Karen Flores López 415
La Casa de la Memoria Indómita exhibe documentos,
fotografías y objetos relacionados con las desapariciones forzadas de la
conocida guerra sucia en México. El edificio sede fue concedido en comodato por
el GDF al Comité Eureka desde 2005. El inmueble funcionó como central de
bomberos, Cruz Verde y más tarde como morgue. Ahora, bajo la coordinación del
Comité Eureka, alberga la historia de los desaparecidos políticos de los
últimos 40 años y que de alguna manera es un reconocimiento a los luchadores
sociales desaparecidos en el país. Los trabajos de rehabilitación del espacio
público iniciaron en 2009 y estuvieron a cargo del Fideicomiso del Centro
Histórico. Cuenta con salas, cafetería y un auditorio de usos múltiples
dedicado a los derechos humanos.
El Museo de la Memoria Indómita es el homenaje a los
desaparecidos políticos mexicanos cuya lucha social y política fue frenada
desde 1968 y hasta 1980, periodo denominado como la guerra sucia. Ubicado en
Regina 66, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, fue creado por
iniciativa del Comité Eureka!, una organización no gubernamental que desde su
fundación en 1977 se propuso localizar a todos los desaparecidos políticos en
México.
El Comité Eureka! nació en 1977 por iniciativa de Rosario
Ibarra de Piedra, cuando en dicho año, su hijo Jesús Piedra Ibarra, fue
secuestrado por la Dirección Federal de Seguridad que lo acusaba de ser miembro
de la Liga 23 de septiembre. En aquel entonces el Comité se llamó Comité
Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de
México, y desde su fundación, han dado con el paradero de 148 personas
desaparecidas. El 14 de junio de 2012, inauguraron el Museo de la Memoria
Indómita.
Al entrar al viejo edificio, que otrora fuera una estación
de bomberos, empezamos a empaparnos con la problemática de los desaparecidos
políticos. Una pared repleta de fotos de Las Doñas, sobrenombre con el cual se
conocía a las mujeres que conforman el Comité Eureka!
Al subir al segundo piso empezará el recorrido por la
memoria política de México, comenzando por el paradigma que todavía hoy
representa el año de 1968. En la primera sala podemos apreciar imágenes, videos
y audios de aquel 2 de octubre, de aquella Plaza de las Tres Culturas que
alberga una parte importante de nuestra memoria política. Podemos escuchar las
declaraciones del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, así como hundirnos en la
lectura de la carta de un estudiante desaparecido el 10 de junio de 1971, el
día del Halconazo. Un facsímil de dicha carta añade más melancolía e intriga en
el recorrido.
La siguiente sala es de color rosa, donde unas viejas
televisiones nos muestran imágenes de los ex presidentes Luis Echeverría y José
López Portillo, fragmentos de películas de Cantinflas y la India María, y un
video institucional que explicaba algunas de las funciones de la extinta
Dirección Federal de Seguridad. El mensaje es contundente: la visión rosa que
los medios de comunicación de la década de los setenta difundían a miles de
mexicanos.
La siguiente habitación nos transporta a una horrible sala
de interrogatorio, donde la única luz que existe en el cuarto es la que alumbra
la silla negra que se encuentra en medio del cuarto. Escuchamos las
recreaciones de los desgarradores testimonios de sobrevivientes de la DFS. Una
mujer relata cómo fueron electrocutados sus genitales mientras la amenazaban
con lastimar a su familia si no hablaba.
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