Inicios del
movimiento
Muchas
personas de diversa condición social por distintos motivos estaban inconformes
con el gobierno de Díaz. Cuando uno de sus principales colaboradores, Bernardo
Reyes, no fue elegido para la vicepresidencia en las elecciones que se
aproximaban, este se inconformó, y aunque después Reyes acepto ser enviado como
comisionado a Europa, muchos de sus seguidores decidieron unirse al movimiento
antireeleccionista de Francisco I. Madero, que se oponía a la idea de que el
presidente pudiera reelegirse.
La
popularidad de Madero creció enormemente entre diversos grupos sociales a lo
largo y ancho del país, entre ellos los obreros y la clase media de las
ciudades. Esta popularidad inquietó a Díaz, por lo que ordenó a encarcelar a
Madero en San Luis Potosí, poco antes de las elecciones, y como era de
esperarse resultó ganador el propio Díaz. Creyendo que esta medida sería
suficiente, puso libre a Madero, quien de inmediato se fue a San Antonio,
Texas, donde redactó el Plan de San Luis, en el que llamaba al pueblo a una
revolución que debía iniciarse el 20 de noviembre de 1910. En este plan
reconocía el problema agrario, pedía justicia para los campesinos y que se
restituyeran las tierras que habían sido arrebatadas.
Pocos grupos
se levantaron en armas el 20 de noviembre pues en algunas ciudades los
preparativos para el combate fueron descubiertos por el gobierno de Díaz; y en
otras, sus líderes fueron asesinados antes de que llegara la fecha. Por estos
acontecimientos varios grupos decidieron esperar a que otros se rebelaran, como
en Chihuahua donde finalmente varios hombres y mujeres se lanzaron a la lucha.
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